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Todo empezó como un juego algún día de 2007. A Liz, mi esposa, siempre le han gustado los tés y las tizanas, en ese entonces y antes de irse al trabajo, ella preparaba un poco de té verde para los dos y me lo dejaba en un ollita para que tomara durante la mañana. Al pasar los días y las semanas me empezó a aburrir el sabor del té solito, busqué en el refrigerador algo para mezclarlo, había limonada y el resultado me gustó y la rutina matutina se volvió un juego de sabores. Después del limón vino la piña, la jamaica, el arándano, el maracuyá y la estevia. Fueron tres años más o menos de perfeccionar las recetas por puro gusto y para deleite de familiares y amigos. El punto culminante, cuando las recetas quedaron listas, fue el verano de 2010, teníamos a dos sobrinos y a nuestros dos hijos de vacaciones. Les preparábamos hasta tres jarras diarias, era muy divertido para ellos descubrir "el sabor del día" y para nosotros ver sus caras de satisfacción y escuchar sus ideas de venderlo.

Terminando ese verano mi esposa y yo nos planteamos seriamente la posibilidad de comercializarlo. Estábamos un poco temerosos porque ya habíamos tenido otros negocios fallidos, y no por falta de ideas o ganas sino por nuestra incapacidad de crecerlas e independizarlas, en otras palabras, llegaba un punto en que las ahogábamos por nuestros miedos, limitaciones e ignorancia. Recuerdo esa tarde que lo platicamos porque yo estaba en reposo recuperándome de una lesión en la rodilla y tuve mucho tiempo para pensar y repensar la idea, que en principio sonaba descabellada porque no conocíamos el giro y, aunque nuestros tés nos parecían originales y deliciosos, nos daba miedo fracasar de nuevo. Aun así, acordamos intentarlo.

Muy pronto nos dimos cuenta de que teníamos en las manos algo muy bueno, la gente lo recibió con agrado por su sabor fresco y natural, y porque les gustaba que surgiera una opción saludable en medio de tanta chatarra. Las cosas se fueron dando sin un plan y de manera muy fluida, al principio toda la familia estaba involucrada (mi esposa, mi hija, mi hijo y yo) pero crecimos hasta que nuestra cocina y el comedor fueron insuficientes, contratamos personal, nos mudamos e iniciamos otra etapa. Llegó entonces el momento que tanto temíamos: o crecíamos y soltábamos el negocio o lo ahogábamos como los anteriores. No queríamos echarlo a perder, pero tampoco sabíamos qué hacer.

En eso estábamos cuando, en mayo de 2014, conocimos a Maru Medina y su Programa Iniciadores y entendimos la frase que dice "el maestro aparece cuando el alumno está listo". Fue un reinicio radical que nos ayudó a formalizar la empresa, a organizarnos mucho mejor y a planear un futuro promisorio y ambicioso. En 2020 llegó la pandemia, cerramos tres meses y reabrimos con la simple idea de sobrevivir. El objetivo de 2021 era incierto también, una mezcla de seguir resistiendo con adaptarnos a esta nueva realidad encontrando la manera de recuperar la perdido pero con la curiosidad de medir nuestras propias fuerzas. Aquí seguimos y no ha sido sólo porque decidimos regresar e intentarlo o echarle muchas ganas, sino porque ustedes, nuestros clientes y seguidores, quieren que sigamos.

A pesar de todo, lo mejor es que sigue siendo un juego y más emocionante que nunca, porque ya sabemos qué queremos y cómo lograrlo. Lo decimos con humildad y total seriedad pero dejando que siga siendo tan divertido como el primer día, felices de seguir compartiendo nuestra visión de una vida más sana, natural y sustentable.

Gus Reyes Asid =)


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